Desde la prehistoria el hombre y la mujer, sociables de por sí, se agruparon en familias y clanes en busca de protección y compañía; a la vez que aportaban sus avances al bienestar del grupo, este colectivo los seguía puliendo, potenciando y desarrollando, lo que producía un toma y dame de progreso tanto grupal como individual. Esa búsqueda permanente del mejoramiento de su ambiente a través de intervenciones  que generaban condiciones de vida mejores, producía nuevas ideas que se proyectaban  en el quehacer diario y creaban experiencias de aprendizaje que contribuían no solo a la supervivencia diaria, sino que actuaban en el mejoramiento de técnicas y recursos, dando inclusive paso al nacimiento de nuevas palabras que describían y ayudaban a dominar el entorno  que comenzaba a ser afectado.

 

Producto como excedente

Con la especialización de trabajos y tareas, el mejoramiento de técnicas agrícolas, la implementación de sistemas de riego, desarrollo de elementos para cacería –armas-,  e inventos de nuevas herramientas; la productividad se incrementó y los frutos del trabajo de algunos clanes y tribus se aumentaron dando como resultado un superávit de bienes, lo que produjo el acumulamiento de productos mejor llamados EXCEDENTES.
Asentamientos humanos con sitios especializados para almacenar y guardar estos productos  fueron creados con su respectivo sistema defensivo y de protección pues de otra manera serían presa fácil de otras tribus dedicadas al saqueo – lo que con el tiempo parece no haber cambiado mucho-, y surgió así el concepto de feudo, burgo o pueblo, concebidos estos inicialmente como centros de acopio del excedente, reunión de fuerza de trabajo y centralización del recurso defensivo; se desarrollaron paulatinamente en ciudades feudales hasta lo que hoy conocemos como ciudades o urbes, la “máquina de habitar” como lo resumía Le Corbusier.  Al excedente mercadeable y su consecuente evolución, el comercio, debemos el progreso de lo que podríamos denominar la herramienta más compleja y tal vez más perfecta diseñada por el hombre, la ciudad.

 

 

 

 

 

 

 

 

Para destacar, que a través del invento y desarrollo de la herramienta o instrumento el ser humano marca una profunda diferenciación con los otros animales, va creando y ampliando el lenguaje el cual se especializa al nombrar cosas nuevas, antes inexistentes, que va dando vida a la tecnología cuya función intrínseca y efecto final, difunde la capacidad de producción permitiendo generar el excedente.
Finalmente podríamos concluir que el producto, siendo el motor del avance económico de la humanidad, lo ha sido aun más por el efecto multiplicador del concepto de intercambio o trueque y su acepción contemporánea, el comercio.

 

 

 

Sergio Cardozo. Arquitecto Retail

Bogotá. Colombia

1 Comment

  1. El excedente podria verse desde difrentes topicos: economico como el de mercancia y porcion de la plusvalia acumulable, o administrataivamente en relacion a que permite el desarrollo del concepto de inventarios sus rotaciones y puntos de pedidos, pero para ser reseña historica me parece Interesante, sobre todo en lo relacionado al concepto que permite el desarrollo del comercio.

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