Retail: Pasado, Presente y Futuro
2012. Sigo encontrando tiendas sorprendentes. ¡¡Buffff, qué alivio!!
Tal como se suceden los acontecimientos, la política, la economía, las nuevas tecnologías (que ya son antiguas en este mismo instante en el que os escribo), la sociedad, la ciencia, la investigación, la educación… Vamos, todo, todo, todo, creía que llegaría el momento en el cual el espacio comercial se transformaría en puro espacio virtual y desaparecerían todas las emociones que una tiene cuando descubre una tienda magnífica, dónde encontrar aquel tesoro que andaba buscando y simplemente se deja llevar por su sueño hecho realidad!!!! Poético, ¿verdad?
Para mí, la magia no está en tocar el producto, para mí, lo realmente sorprendente es el espacio que lo rodea. Cruzar la puerta del comercio y sentirme atraída por todo lo que está a mi alcance, me inspira. ¿Y qué es lo que más me gusta? Lo no tangible. Aquello que me da confianza, seguridad, tranquilidad y emoción, mucha emoción. Aquello que permite que me desenvuelva con holgura. No se ve, se percibe. Y siempre ha sido así, sin importar el paso del tiempo ni la revolución tecnológica. En la tienda debería producirse el contacto total con las emociones del cliente. Ya fue en el pasado, lo ha sido durante el presente y espero que siga siéndolo en el futuro.
Y el contacto existe, por supuesto que existe. Lo que sucede es que es para lo bueno y para lo malo. ¿Qué por qué digo esto? Pues porque, como siempre, lo bueno no lo mencionamos aunque nos haga sentir bien. Pero lo malo… Eso lo vemos y lo notamos, hasta el punto de sentir un rechazo que hará que jamás volvamos a ese sitio. Estoy hablando de la iluminación, de los colores elegidos para vestir el local, de un recorrido cómodo y sencillo, sin muebles de por medio que en vez de ayudarnos a ver mejor el producto, nos entorpecen, de los materiales utilizados para crear la arquitectura del espacio, de la entrada de la tienda, y de tantos elementos que conforman la buena arquitectura del Retail. Para todo ello, especialistas.
Muchas veces me he preguntado si el propietario del negocio se ha puesto en el lugar del cliente y ha intentado entrar y comprar en su local. Se sorprendería al encontrar un expositor al que no alcanza, una bombilla enfocando el suelo o una serie de mesas tan juntas que no le permiten el paso.
Es entonces cuando re-descubro (¡¡y me sucede con demasiada frecuencia!!) la importancia de mi profesión. Porque si la ‘caja’ no es la adecuada, el producto pierde mucho de su atractivo y no se vende. Así de sencillo.
Y, ahí va mi reflexión. En un mundo tan tecnológico, dónde el contacto ‘de tú a tú’ parece que va perdiendo enteros hacia el mundo ‘me gusta’, debemos conseguir que, cuando alguien cruza la puerta de nuestro negocio, tenga una experiencia única de compra, a través de los tres inputs básicos: el producto deseado, el escenario perfecto para que el ‘artista’ luzca en todo su esplendor y una bonita historia (storytelling) que nos seduzca a volver en otra ocasión.
Cristina Carvajal (Arquitecta especializada en Retail)
Arquitectura de la Tienda